viernes, 19 de agosto de 2011

Los sinsueño.

Bueno, el otro día estuve organizándome todos los apuntes del año pasado (es decir, tirándolos a la basura), y encontré esta redacción que tuve que hacer para la clase de Lengua. En realidad no es una redacción, es una historia que tuvimos que inventar y en la que tenían que aparecer una serie de palabras. La verdad es que me esforcé mucho al escribirla, así que aquí os la dejo y espero que os guste :)

----------------------------------------------------
Frío. Tenia frío. Podía sentir la nieve bajo mi cuerpo. Podía sentir como el hielo adormecía mis manos y mis pies descalzos. Tiritaba.
<<Un desfile de vestidos giraba a mi alrededor: seda, terciopelo, gasa... Las faldas se deslizaban por el suelo en susurros y volaban alrededor de las señoritas de estrecha cintura cuando éstas giraban. Y yo me encontraba en el centro. La música sonaba desde el fondo de la sala, y los bailarines se movían a su compás. Yo bailaba y bailaba, me sujetaban manos de hombres cuyos rostros no reconocía. Pero eso no me importaba. Yo sonreía y seguía bailando, pasando de unos brazos a otros. Entonces lo sentí, sentí su mirada clavada en mis movimientos. "¿Dónde estás?"-me pregunté. "Aquí."-dijo una voz en mi cabeza. Me giré rápidamente y sin querer choqué contra una pareja que seguía bailando. "¿Dónde?" La música paró y todas las personas presentes se me quedaron mirando. "Aquí". Yo estaba muy confusa y no paraba de mirar a mi alrededor, pero no conseguía encontrarle. "Estoy aquí, Diana. Búscame." Entonces puede distinguir sus ojos azules entre la multitud. Esos ojos azules con los que había soñado tantas veces: profundos, misterios, inalcanzables... La clase de ojos que tienen los príncipes en las pesadillas. "Búscame...">>
Frío, otra vez. Fue lo que me despertó. Pero aún así no conseguía abrir los ojos. Quería volver a mi sueño y no preocuparme más de lo que pasara en este mundo congelado, no quería volver a ver un invierno. Pero el viento helado me recordó que aquí el invierno nunca acaba.
Abrí los ojos y me costó un rato acostumbrarme a la luz. Todo a mi alrededor era un paisaje blanco.
-¿Qué estoy haciendo aquí? -me pregunté.
Cuando me puse de pie me di cuenta de que llevaba puesto un vestido de seda escarlata, que nunca había visto antes. Miré a mi alrededor para ver si veía mi abrigo, mi bufanda y mis guantes, tres prendas indispensables aquí en Lorrenville, donde es invierno todo el año. Como no los localicé, empecé a andar.
Mis pies descalzos se hundían en la nieve, pero yo intentaba no pensar en cuantos grados bajo cero haría. Seguí caminando durante varias horas y me paré a descansar cuando divisé una especia de planta en la lejanía. Me acerqué, pero las hojas estaban llenas de escarcha, no se podía aprovechar. Alcé la mirada y, para mi asombro, vi un enorme castillo de hielo al otro lado de la colina. Me quedé impresionada: cada torre, cada puerta, cada ventana, había sido tallada con todos los detalles en el hielo. Decidí acercarme, y antes de que llegara a tocar la puerta, ésta se abrió y un mayordomo con traje me invitó a entrar diciendo:
-Bienvenida, la estábamos esperando.
En el interior del castillo hacía una temperatura tan agradable que se me olvidó todo el frío que había pasado para llegar allí. Me adelanté unos pasos y entré por una puerta enorme que daba al salón de baile.
-Imposible -pensé. Todo era igual que en mi sueño: los vestidos, las máscaras, la música... Y ese sentimiento de felicidad también seguía ahí, y fue el que me hizo empezar a bailar.
"Diana..."-dijo una voz en mi cabeza. "Tú... ¿También estás aquí?"-pregunté. "Sí, Diana. Me has encontrado." Entonces sus ojos azules volvieron a aparecer entre la gente, pero yo no paré de bailar. Los ojos se acercaron y pude distinguir su rostro por primera vez: era alto, rubio, con el pelo medianamente largo y con esos ojos... Caminaba despacio, pero con paso decidido, y se incorporó al grupo de baile. Yo no podía dejar de mirarle, estaba impaciente por bailar con él. Entonces hicimos cambio de pareja y sentí sus fuertes brazos sujetando mi mano y mi espalda. Lo seguí mirando y sonreí.
-¿Es esto un sueño? -le pregunté, sonriendo.
-Lo es -respondió.-En estos momentos es tu sueño, pero pronto será el mío.
-¿Cómo? -le miré con cara de aturdimiento.
-¿Es que todavía no lo entiendes? Eres una sinsueños. Como no puedes soñar, haces que las personas reales nos convirtamos en tus sueños. Y en tus pesadillas. Pero eso se puede arreglar.
Sacó un cuchillo de su chaqueta y todos los invitados dejaron de bailar. Sin que yo me lo esperara, me clavó el cuchillo en el corazón y caí al suelo.
-A partir de ahora tú serás nuestro sueño -dijo, mirándome con sus ojos azules.
La música volvió a sonar y los invitados siguieron bailando. Sentía la sangre caliente corriendo por mi cuerpo, pero en el corazón tenía frío. Un frío distinto al que sentía pisando la nieve. Un frío que precedía a la muerte.
Frío. Tenía frío.


1 comentario:

  1. Hellow..!
    Oh My God..! Fue tan...y tan... Arg.! No tengo palabras para describirlo. Creo que a veces soy una sinsueños, porque incluyo a la gente en mis fantasías y muchas veces no deben estar hay.
    Alba de verdad tienes mucho talento chica, sigue asi :D
    Nos leemos bye bye, y gracias por pasarte a mi blog.

    ResponderEliminar